Recuerdo con mucho cariño a mi profesor de Historia de educación secundaria: Teodolfo Burga Huamán, profesor en las escuelas públicas en los años 70; que bien me sentía en sus clases y cómo lo admiraba y respetaba por su sapiencia, por sus conocimientos y su calidad de persona.
La vida me dio la oportunidad de trabajar con él en un colegio privado en Lima, 20 años después, ser colegas en las aulas compartiendo la misma área, las Ciencias Sociales. Para aquel entonces yo incursionaba en los eventos de capacitación del Ministerio de Educación como expositor y capacitador en el llamado Nuevo Enfoque Pedagógico de los años 90.
Me llamaba mucho la atención que al final del día muchos alumnos, hoy llamados estudiantes, se acercaban a conversar con él en un salón de clases, el profesor siempre dispuesto a atenderlos. Ciertamente sus clases no respondían al enfoque pedagógico que actualmente se viene utilizando en nuestras escuelas. Los resultados de aprendizaje de los alumnos no tengo constancia cuales eran. De lo que sí puedo dar fe, es que bien se sentían los jóvenes adolescentes con dicho profesor, en sus clases no se escuchaba el ruido del desorden ni la chacota, pero si se apreciaba el interés que mostraban por aprender a través de la interacción con su profesor. Existía un vínculo afectivo mutuo entre maestro y alumno, ello conllevaba al respeto mutuo también. Cada vez que hablaba con alguno de ellos me manifestaban “el profesor es lo máximo”.
Hoy que hablamos de liderazgo y propiamente de liderazgo pedagógico es que puedo afirmar que el liderazgo es posible en la medida que nuestros alumnos nos puedan admirar, ser sus referentes para que ellos nos puedan seguir; y aunque hoy se pone mucho énfasis en el aprendizaje, es muy importante que el maestro sepa enseñar, enseñar a ser competentes a sus alumnos, organizando sus clases de tal manera que ellos salgan del colegio al final de cada día diciendo: “Que bien me siento, porque aprendí”.
Es por ello que establecer vínculos afectivos con nuestros estudiantes resulta muy importante y beneficioso para el aprendizaje y es por ello que me he valido de aquel hermoso recuerdo de mi profesor para motivar a todos mis colegas a preocuparnos de tener ese lazo invisible que nos haga estar conectados emocionalmente y afectivamente con nuestros alumnos, estoy seguro que los resultados en los aprendizajes serán halagadores y nuestra satisfacción del deber cumplido será nuestra mejor recompensa.