Usualmente estamos mirando las evaluaciones nacionales e internacionales que dan cuenta de los resultados de aprendizajes de los estudiantes de la educación básica, sobre todo en educación primaria, tanto en lectura como escritura, matemática y ciencias naturales. Dependiendo cómo salimos en el ranking nos sentimos decepcionados por los lugares que ocupamos o un tanto ilusionados si es que vemos que subimos algún puesto. Sin embargo, son pequeñas muestras de solo algunos aprendizajes y de algunos grados.
Lo cierto es que si visitamos las aulas de nuestras escuelas observaremos que la interacción docentes- estudiantes, profesores-alumnos, como quieran llamarlo, no dista mucho de hace varias décadas atrás.
A manera de propuesta y pensando en voz alta, considero que los docentes tienen que ser capaces de reconstruir conscientemente el rol que desempeñan, desde la manera de planificar, presentar y evaluar lo que enseñan, tener claro lo que debe y no debe enseñarse y la manera de cómo hacerlo para que sus estudiantes aprendan. No limitarse a llenar formatos diseñados por otros, sino más bien elaborados por sí mismo y de manera colectiva y acordando con el cuerpo docente y sus autoridades las nomenclaturas y definiciones pedagógicas a utilizar. Si ello se logra hacer en las diferentes escuelas o instituciones educativas habremos dado un gran salto para transformar la educación.
Todo cambio sustantivo, toda transformación que se desee realizar en las escuelas y específicamente en las aulas, pasa por tener una plana docente clarificada con respecto al rol que les toca asumir en tiempos de cambios permanentes.
Una vez logrado ello podemos estar en condiciones favorables para poder estimular y animar a nuestros estudiantes para que, como lo señala C. Monereo (2004):
- Reflexionen sobre su propia manera de aprender, ayudándolos a analizar las operaciones mentales que realizan, con el fin de mejorar los procesos cognitivos que ponen en acción.
- Recojan sus conocimientos previos sobre lo que van a aprender y relacionarlos con la nueva información que obtendrán de su maestro, de las fuentes proporcionadas, así como de la propia indagación.
- Conozcan qué esperan sus maestros de ellos en relación a sus aprendizajes, de tal manera que el aprendizaje sea más intencional y permita obtener satisfacciones por su desempeño. Consecuentemente como docentes nos toca facilitarles la tarea, explicitando nuestras intenciones educativas, lo que conlleva un proceso preliminar de autorreflexión con el fin de clarificarlas cuando el estudiante pida precisiones.
- Estudien para aprender y no solo para aprobar, reconocer que únicamente se aprende en profundidad cuando lo aprendido es fruto de un esfuerzo de comprensión y, sobre todo, mostrarles que aprender de esta manera resulta más rentable porque el aprendizaje es más duradero y funcional.
Estas acciones, aunque parezcan sencillas y obvias, no lo son, requieren un gran acompañamiento y monitoreo al docente en aula, no solo llenando un checklist del desempeño docente, sino retroalimentándolos efectivamente. Pongámonos en acción y veremos los resultados satisfactorios que obtendremos. Gestionemos la educación con calidad.
Lima, 25 de julio del 2022.