Leo con asombro como diferentes colegios privados anualmente reemplazan a su personal docente prácticamente en pleno e incluso a inicios del año escolar aún no cuenta con este completo. Ciertamente ello varía de acuerdo a los colegios, en algunas de ellos esos cambios abruptos se dan cuando hay cambio de autoridades; sea la situación que sea, se observa la poca permanencia del personal docente en los colegios, existe lo que hoy llamamos una alta rotación.
Vivimos en tiempos en que las organizaciones educativas gestionan por competencias, es decir, administran sus recursos humanos haciendo un manejo integral del capital humano con el que disponen, desde su reclutamiento hasta su desvinculación.
Estamos por iniciar el mes de abril, las clases escolares se iniciaron hace casi un mes y aún muchos colegios privados no están con su plana docente completa.
Diferentes propuestas para la retención del talento coinciden en que una organización debe entre otras cosas, contar con planes de formación, conciliación del trabajo con la vida familiar, innovación, seguridad en el puesto del trabajo, comunicación, clima laboral, retribución atractiva, etc. Todo lo mencionado al inicio es parte de la preocupación de las empresas o en este caso de los promotores de los colegios, sin embargo cuando llegamos a la retribución atractiva, allí descubrimos que muy poco se hace por ofrecer lo adecuado y suficiente para el docente.
El dinero sigue siendo un factor de motivación muy importante, más aún en una sociedad de consumo como la actual, por cierto, el reconocimiento salarial de la institución debe priorizarse en aquellas personas que más aportan a la misma, a partir de criterios claros establecidos, lo que hoy llamamos la cultura meritocrática. Atracción, selección e incorporación de los mejores candidatos, no pasan por sueldos bajos; de lo contrario tendría que aceptar aquella tesis del “cholo barato” que algunos expertos en recursos humanos sostienen, cosa que me niego a aceptar.
Pero lo que si es cierto es que la baja retribución económica que reciben los docentes en el 95% de las escuelas privadas del país hace que constantemente vayan buscando colegios que le ofrezcan mejores sueldos y una vez que lo encuentran no dudan en irse de inmediato, lo que hace que la escuela en la que trabajaban se queden un buen periodo sin un maestro pues no es fácil ni rápido reemplazarlos.
Sería conveniente que el Estado en su función reguladora garantice la calidad del servicio educativo de las instituciones educativas privadas y a través de mecanismos de control, hoy muy bien estructurados digitalmente y pueda asegurar que estas instituciones tengan a su personal completo antes del inicio del año escolar. Del mismo modo, los promotores de las instituciones educativas privadas deben aprender que los costos en la organización no se reducen teniendo maestros mal pagados y que un buen servicio educativo deben brindarlo los mejores.
Agradezco a las instituciones educativas privadas en las que trabajé porque siempre tuvieron en cuenta una retribución atractiva. Ciertamente, quedan un número muy alto de escuelas que deben pensar con más seriedad en retener el talento de su institución, que es el mejor capital con el que cuentan.